Nunca he tenido más energía en mi vida que de los 25 a los 30. Podría trabajar entre semana, salir los findes, viajar, hacer muchísima vida social y dormir sin frenos. Se vivía en la castiza capital de España una segunda movida madrileña, fluía más y me exigía menos. Los planes hacían rebosar nuestras las agendas y el pisito en Malasaña y la comuna de Lavapiés coloreaban mis días con el CAAL y los Hijos del Techno. También viví con mis cooperantes granainas el año del autoengaño en 2018 y amores brutales con el Niño Índigo.
La velocidad del tiempo crece a medida que nos hacemos mayores. ¿De dónde y cómo sacaba toda esa energía? ¿Y el tiempo?
No lo entiendo, ni lo comprendo.
El Bautismo de CAAL
De la exageración, del humor espontáneo gaditano y de la vida callejera madrileña, surge, a finales de los felices años Diez, según Carliños I de Iberia, período de no crisis económica y emocional entre 2010-2020, el apodo de Hija del Techno.
Entre 2010 y hasta 2019, han sido los años más locos y libres de nuestras vidas. Aún en 2017, pese a que ya se hacía difícil, podíamos pagar todavía alquileres en el centro de la ciudad, que ya eran caros por supuesto. Ahora simplemente son ridículos. Esos últimos e intensos años previos a la pandemia, al final de los felices años 10, los dedicamos a puro disfrutar.
El CAAL (Colectivo Ambulante del Amor Libre) era pura efervescencia en la era treintañera. Nos dedicábamos a unirnos en pandillas, descubrir a artistas, juntarnos desde el medio día hasta la mañana siguiente y hacer un calendario impecable para futuros festivales, eventos, fiestas populares, rutas por bares de tapas, mercados, pubs, casas de amigos, discotecas y after hours.
Mi gran amigo de la Línea de la Concepción, Carliños, fundador y presidente de CAAL bohemio y juguetón, ravero, funcionario, andaluz, gracioso, intelectual e infinitas cosas más, es el padrino de la Hija del Techno. El momento clave para mí se dio mientras caminábamos un poco alicatados por las calles en cuestas que conectan Lavapiés con Gran Vía. Siempre hacíamos ese camino hasta la calle Jardines para bailar en la Sala el Sol: los sábados eran de Trueno.
Fui poniéndome un poco «especial» para la música al salir de fiesta, entonces yo misma dije un día subiendo la calle Carretas hacia calle Jardines:
—Carliños, yo se que queréis ir a la fiesta esa latina, pero yo me voy a la Sala el Sol, no me importa ir sola, lo siento, soy la Hija del Techno—el me entendería, como buen comediante.
No rebatió:
—Es verdad Fausty ¡Es que eres la Hija del Techno, joder! —me decía mirándome a los ojos con una sonrisa acogedora.
Aunque me juzgué, integré el apodo por humor al arte y pensé, ¿por qué no? Ahí se filtra una influencia de la exagerada expresión carnavalesca de nuestra provinsia de Cadi, pisha.
XD
Pero gracias, querida Marta, por apoyarme. Amiga y diosa del arte de vivir, dulce, inteligente y sonriente, por decirme:
-Es un pajo naming.
Y de nuevo allá fuimos, a la Sala el Sol, todo el Colectivo Ambulante del Amor libre, una noche más.
Sonaron los graves de un trueno y el relámpago iluminó mi corazón
«Todos me tomaban por loco cuando escogí para la sala una calle al lado de Montera. En esa época el centro estaba muy abandonado y abundaba la delincuencia. Sin embargo, yo pensaba que Madrid evolucionaría y que la zona cercana a Gran Vía se convertiría en lo mejor, como sucede en cualquier capital europea».
Antonio Gastón, fundador de la Sala el Sol
El Sol, un espacio al principio orientado a socios y artistas del mundo del cine, la música y las artes, abrió sus puertas como club nocturno en plena Transición española y significó un lugar mítico de la movida madrileña. Se fue llenando de un público variado que celebraba el camino a la libertad trás la dictatura en 1975.
Actualmente, es una sala de conciertos Rockera, Pop nacional e internacional, pero también los sábados se prende de Electrónica housera y technera con un groove muy juguetón, la sala siempre nos daba lo que prometía. Hay buena movida y se respira una atmósfera respetuosa de Hijos del House en su mayoría. Trueno es la fiesta de los sábados. La wüena. Todo salía bien, la fiesta era divertida, mis colegas disfrutones, la música nos abrazaba... Se apreciaba la lealtad del cliente, al sosio. Line ups con nombres como Caravaca, Álvaro Cabana y más DJ’s que hoy lo petan fuerte.
En el Sol empecé a bailar sola y disfrutar de algún back stage con gente también sola. Ahí descubrí a la hoy conocida como Psy Mama, la DJ y productora Indira Paganotto, en su versión más Minimal. Siempre especial. Desde entonces, una fiel y leal seguidora.
Y después de que el Sol saliera, en inviernos de 6 a.m., nos arropábamos en la oscuridad del Techno unas horitas más, en los lugares más secretos y de mejor acústica de Madrid, arrastrando pa’lante a los más valientes del colectivo ambulante.
Los Hijos del Techno
Madrid, fiestas de San Isidro, mayo de 2019:
Las calles de Madrid se llenan de jolgorio en el mes de mayo. Es la fiesta del patrón de Madrid y se parece bastante a una feria. En cada plaza un festival y un line up que nos iba poniendo nerviosas desde que publicaban la programación. Conciertos arriba y abajo, y ¿luego? luego significa after en inglés.
En un club de fumadores, la épica sala Avalon, conocí a los Hijos del Techno. Los llamaré Rick y Morty. Este par de Hijos de Asturias, que bailaron su juventud con Mulero y público veterano e infalible del Aquasella, eran un dúo inseparable.
«Muy y mucho personajes»
Estos vecinos de Lavapiés eran ingenieros, freaks de muchas disciplinas, fiesteros y muy colegas de fiesta. Trabajaban en consultoría para grandes empresas y se desmoronaban de placer los findes conmigo y otras Hijas e Hijos en la sala Mondo (entre otras). Un menjunje de acentos muy fuertes y cerrados de los dos extremos de la península... eso siempre suma. Con ellos descubrí el Hard Techno, e Techno Trance y el Acid Techno.
FABRIK
Madrid, 2019
MONDO Disko
Madrid 2019
Esta conexión era puro fuego electrónico. Quemamos los line up en las salas de Madrid y sudamos sus consecuencias. Quedábamos los viernes en la casa de los chicos en el barrio del Rastro de Madrid. Y nos juntábamos para celebrar el finde en la habitación de Rick, en nuestras periódicas quedadas de Boiler Bed-Room.
Los chicos tenían una controladora, tracks de Minimal, de Techno y de Tech House. Nos reuníamos horas y horas en la habitación de 10 metros cuadrados, charlando, bebiendo, fumando y bailando. La luz roja nos acompañaba gracias a una lámpara de Ikea y una bolsa de plástico roja del chino.
Rick me mostró a este artista, Reinier Zonneveld, que hace lives con sintetizadores, máquinas, mesas y samples, a lo Kraftwerk y a gran velocidad. Desde pequeño, el holandés tocaba instrumentos pero reunió todas sus habilidades en crear directos de Techno. No para de tocar cosas, todo el rato, es mortal.
Reinier Zonneveld
Live NOW
Techno / Acid House
Esa época madrileña fue de ensueño. Todas mis amigas estábamos en Madrid junticas y también venían amigos de Chiclana y celebrábamos cumples, bailábamos, nos reíamos e íbamos a Chachá Club y a los Brunch in the Park con los Hijos del Techno.
Los domingos se hacían los Brunch in the Park, y como no, celebrar ahí mi cumpleaños con el auténtico Paul Kalkbrener, procedente de Leipzig, una ciudad cercana a Berlín. Pero aquí en Berlín vivió y creó su música. Es el DJ favorito de mi querido amigo y amado Machuca, al que le compré la entrada a modo de soborno para un: «ver a verme, cabronazo».
Machu y Fau al ritmo del Paulka
Brunch in the Park
Techno
Paul Kalkbrenner
Tomorrowland 2023
Techno
Un paseo por la Rave
Antes de amar el Techno estuve un tiempo seducida por la música Psytrance y otros géneros exóticos y mucho más Hardcore. Todo esto empezó con el Viña Tek de 2017, el after party no oficial del festival Viña Rock en su versión Maxi-Rave.
Pero, antes, ¿qué es el Viña Rock? ¿que cosas pasan ahí?
El Viña Rock, «Festival de Arte Nativo» es un festival para los Hijos del Rock, del Reggae, del Hip Hop y del Ska mayormente, super mítico en España que se celebra en Villarrobledo, un pueblo de viñedos en Albacete en medio de la nada y que se celebra cada año durante cuatro días en el puente del primero de mayo. Peregrinos fieles a clásicos como Extremo Duro, Desakato y La Pegatina acuden a cada edición bajo todo pronóstico. Y lo digo por que existe una maldición: ¡siempre llueve ese finde de mayo! Eso convierte al festival en algo bien loco, sucio, salvaje y húmedo para peña que aguanta condiciones extremas y pocas horas de sueño.
Viña Rock vs Viña Tek
En paralelo está El Anti Viña, un nombre que también escuché para el Viña Tek. Intuyo que ese «anti» viene de cultura Punk, como un concepto antisistema. Desde luego; la música que suena en las infinitas free-parties del perímetro raveril del Anti es totalmente otra weá: D&B, Psy y Tekno, y diferentes subgéneros.
Yo creo que en vez de Anti es Complementario al Viña y combinan de puta madre. Unas tardes de conciertos con los colegas, de risas, de cantes, de rimas, de saltos y sol, y luego la madrugada, con el misterio, el secreto, el trance, la vibración, la sinestesia...
¿Qué si TeKno o que si TeCHno?
Aterricé en el Anti Viña en la madrugada del segundo día de festival con Muco y Liños. El entorno era tan clandestino como sagrado. Me topé con una ceremonia de zombis antisistema que metían sus cabezas en enormes torres de sonido conocidas como sound systems. Lo hacían al ritmo de una música tan desquiciada como fascinante. Como en un vals de trance psicodélico, se partían los tímpanos frente a este altar los ravers. Embarrados y embarradas de fango hasta la médula y sin noción del tiempo bailaban a ritmo de bombos a 160 golpes por minuto o ¿quizás más?
«A mi me reventó el pecho»
La Maroto
Tekno is a secret
Rave party / free underground mix
Tekno
Aquello parecía otra dimensión, como si hubiéramos llegado a través de la madriguera de Alicia en el país de las pesadillas. Recuerdo decirle a mis compañeros que me recordaba a la escena de la película de El Diario de Noah, en ese momento en el que la pareja llega a esa feria ideal, pero imaginada por Tarantino. Carpas circenses, barras, barro, torres de sonido que creaban paredes de alto voltaje y unos bajos directos del centro de la tierra creaban una postal jamás vista.
El exotismo y la rebeldía del panorama me dejaron una marca imborrable en la memoria. Para mí que soy curiosa, más que una pesadilla fue un fenómeno: el inicio de un largo viaje de cultura Música Electrónica. No tenía idea de lo que escuchaba, pero me parecía potente y chamánico. Viví una segunda adolescencia. Bailamos Tekno (con «k» se refiere al Hardtechno, más makarra) por varias horas hasta que el termostato nos marcaba la hora de recogida, para dormir después de un día cansado en el parque de atracciones.
Durante el siguiente año empecé a interesarme por el Psytrance y acudíamos a lugares idílicos de la España vacía y en Granada, donde se hacían estas free-parties de música psicodélica en medio de la naturaleza y en comunidad con otras personas. Fue una experiencia de rebeldía y libre albedrío.
Qué preciosa historia y qué forma tan bonita de cruzarme. Es un honor conocer a la Hija del Techno y a su padrino, poner caras, voz y acento a ese nacimiento.
Eres especial, que bien estar y aplaudir ese renacer y todos los que vengan.
Te abrazo, amiga 💜
Muy interesante fau....me encanta!!!